martes, 30 de noviembre de 2010

Tenemos la libertad, pero, ¿podemos ser libres?

Herbert Marcuse, en su obra “El Hombre Unidimensional” expresa que: “Existe una aterradora armonía entre la libertad y la opresión, la productividad y la destrucción, el crecimiento y la regresión”. Creo que plasma perfectamente la naturaleza de la sociedad moderna en la que vivimos.

El primer punto que quiero resaltar es que por un lado somos libres en el sentido de que podemos levantarnos y decidir ir a donde queramos; pensar, decir, tocar todo lo que deseemos; tenemos la libertad de ser libres, pero, ¿realmente podemos serlo? Tenemos la libertad de ser libres, pero NO podemos serlo. La libertad esta hecha para los privilegiados, es decir, aquellos individuos que forman la superestructura social o que se encuentran en la parte más alta de la pirámide social. Somos una sociedad avanzada, una sociedad industrial, tecnológica, civilizada, pero a la vez somos una sociedad pre-tecnológica, una sociedad con mucho atraso, incivilizada.

Existe mucha ambivalencia, y esta ambivalencia es atemporal. Esa ambivalencia existía, existe y seguirá existiendo dentro de las sociedades modernas. La ambivalencia permanece, es perenne, así como lo es la -explotación del hombre por el hombre-, citando a Marcuse. Eso quiere decir, ¿que alguien tiene que sufrir para que otro pueda ser feliz? ¿Que alguien tiene que ser explotado, para que alguien más pueda disfrutar?

Hoy en día tenemos la posibilidad de estar en contacto con personas a más de 3 mil kilómetros de distancia, pero no somos capaces de salvar la vida de niños a esa misma distancia, que mueren de enfermedades tan prevenibles como el sarampión. Continúa la ambivalencia.
Marcuse era un estudioso de Marx, creía en el comunismo, pero en su sentido más puro. Se dio cuenta que el comunismo no podía ser aplicable tal cual, que necesitaba ajustes como toda teoría y como toda política económica, pero también sabía que el capitalismo animal, un capitalismo puro en el cual nos obligaban a vivir no funcionaba.

Una política económica debe de tener como primer objetivo el bienestar del hombre, de la sociedad en general, por lo tanto, debe de buscar mecanismos para que el individuo tenga posibilidades de desarrollo; físico, psicológico, emocional, cultural, etc. Una política económica no puede poner al mercado por encima del hombre y su bienestar. La esencia del comunismo nos dice que conforme una política económica va evolucionando el número de horas que un trabajador labora tiene que ir disminuyendo gradualmente hasta llegar al mínimo de horas posible y logrando un alto nivel de productividad, de dinamismo económico. Se tiene que buscar y encontrar la manera de que los individuos puedan ser, simplemente esto, SER, tener la oportunidad de conocerse, de explorarse, de explorar su alrededor. ¿Tenemos la libertad pero podemos ser libres?

En el contexto mexicano, una persona que trabaja digamos una jornada laboral dentro de la ley de 8 horas y tiene como salario $3,500.00 mensuales ¿puede ser libre? O ¿será solo un simbolismo? Algo debemos de estar haciendo muy mal para permitir que esto siga sucediendo, ¿por qué nos hemos convertido en una sociedad contemplativa? ¿Tenemos la libertad, pero podemos ser libres? ¿Podemos SER?

La equidad no es una posibilidad, la desigualdad es inherente al hombre, pero no puede ser una desigualdad exponencial. Las clases sociales siempre van a existir, pero como nos decía Henry Ford, un empleado debe de ser capaz de adquirir lo que produce, sea lo que sea. La equidad no es posible, pero una desigualdad magnánima es inadmisible. La clave dentro de la vida de los seres es el equilibrio en todos los sentidos, por que no logramos entenderlo, todos deseamos ser. Si tenemos al director de una empresa que digamos gana $80,000.00 al mes y el empleado de más baja jerarquía gana $2,300.00 mensuales, algo esta muy mal, algo esta distorsionado en nuestra realidad. Si el jefe gana 35 veces más que el empleado, debemos de tener alguna distorsión muy grande para seguir aceptándolo, para seguir aceptando esta realidad.

Vivimos en un constante estira y afloja, en una constante ambigüedad, entre ser civilizados y ser incivilizados, entre ser o no ser. Solo se necesita un equilibrio, que todos tengan la posibilidad de vivir, de poder abrazar su libertad, de tener salud mental, física, de SER. No habrá equidad pero habrá un equilibrio, todos recibirán una remuneración suficiente, nadie recibirá demasiado y nadie carecerá, no se deberá permitir a alguien que tenga más de una propiedad si alguno no cuenta con ninguna, esa es la esencia del comunismo.
Durante muchos años, la superestructura que domina nuestras vidas y nuestra libertad nos ha engañado de una manera tan inteligente, que nos ha hecho ir en contra de nuestros propios intereses, haciéndonos creer que la desigualdad exponencial es la mejor forma de vida, haciéndonos creer que somos libres y que podemos disfrutar de esa libertad cuando lo deseemos, creando una sociedad contemplativa.

En conclusión, no es que el comunismo y el capitalismo sean los mejores o peores sistemas, el equilibrio lo es todo, y tenemos que encontrarlo le pese a quien le pese, si existiera ese equilibrio muchas tragedias, muchos conflictos, muchos sufrimientos se podrían evitar, ¿cuándo llegará el día en donde además de tener libertad la podremos disfrutar?

domingo, 7 de noviembre de 2010

La prisión más lujosa del mundo

Por Claudia Gutiérrez

En una pintoresca ciudad de Austria, llamada Leoben se construyó la que se conoce como la prisión más lujosa del mundo. Con instalaciones modernistas, diseño impecable, inocuidad, espacios de recreación como canchas de básquetbol que serían envidiadas por las de las mejores universidades de varios países, mesas de ping pong, amueblado ecléctico, es un lugar digno. Algo impensable en México, esta prisión ha roto con todos los paradigmas. Pero, ¿por qué siempre sucede esto en países europeos?, ¿por qué no sucede en México? A pesar de que la prisión de Leoben es considerada la prisión más lujosa del mundo, y a pesar de contar con un gimnasio igualmente envidiable. ¿A quién le gustaría estar encerrado? Sin poder decidir a que hora dormir, a que hora levantarse, ir a dar un paseo. A pesar de todas las comodidades que una prisión pueda ofrecer no se tiene la libertad que es necesaria para la estabilidad de una persona. Pero si nos vemos en la necesidad de privar a las personas de su libertad ya que son consideradas una amenaza para el resto de la sociedad, ¿Por qué no hacerlo de esta forma? De forma digna, limpia, que realmente cumpla su función de reinsertar a las personas a la sociedad. Muchas personas dirán, es que los delincuentes no merecen estar en esas condiciones; quizás no, pero entonces si sólo queremos castigar, no queremos


Reintegrarlos a la sociedad, hacerlos personas funcionales dentro de una sociedad, encerrémoslos en calabozos, como en la edad media, como en los tiempos arcaicos, o mejor dicho como en el siglo XXI. Si queremos esto, entonces no modifiquemos las leyes, mantengamos el status quo. Pero si en verdad nos interesa la reintegración tenemos que empezar a hacer cosas como las que están sucediendo en Europa, en Austria. Por que actualmente, en México, y en la gran parte del mundo las cárceles son sólo calabozos donde esconder a los “malos”, el nombre de CERESO o centro de reinserción social es sólo un eufemismo, para tranquilizar a la sociedad, y no es que lo necesite, ya que la sociedad muestra con cinismo su desinterés, a la sociedad no le interesa romper paradigmas en México. Y estoy de acuerdo en que los criminales merecen ser castigados por sus actos, pero necesitamos romper con el circulo vicioso, necesitamos más iniciativas como las de Leoben, necesitamos nuestro Leoben en México, pero iniciemos por redondear las mentes planas que viven esclavizadas por los medios y los demás poderes fácticos que aplanan sus mentes y las mueven a sus conveniencia, yo les preguntaría, ¿Quién tiene más libertad, la sociedad civil que viven sin libertad de pensamiento, que su pensamiento ha sido encerrado en un mundo de pocos, de oligarcas, o las personas de las cárceles? Mi respuesta sería que nadie la tenemos, pero entonces, nosotros que tenemos la oportunidad de tenerla, ¿por qué permitimos que nos la roben? Yo exijo un Leoben en México.


Si alguien piensa que estar encerrado, aunque sea en un palacio no es un castigo, están equivocados. A las personas se nos hacen pocos los años que dictan de sentencia muchas veces, pero no lo estamos viviendo en carne propia. Que sabemos nosotros de las horas, los días; las noches de desesperación, de pérdida de cordura y esperanza, entre cuatro paredes, en lugares como las instituciones en México donde literalmente viven 15 personas en una celda de 2x2. Las cárceles decimonónicas de México, van a contra corriente de lo que pregonan las autoridades, el ejemplo de Latinoamérica, el epítome de avance y desarrollo. Si permitimos la privación de la libertad tiene que ser con el fin de ayudar a esa persona, si que reciba si castigo, pero necesitamos sumar personas funcionales dentro de la sociedad, no sumar delincuentes, que además nos cuestan a nosotros los contribuyentes. Entonces si vamos a financiar una cárcel, que al menos sea como la de Leoben, donde realmente se rompa con la cadena delictiva, y si el gobierno no puedo financiarla, hay que buscar alternativas como lo están haciendo muchos países, con la iniciativa privada. Pero busquemos alternativas, participemos y veamos más allá de las fronteras que nos han impuesto pero que realmente no están ahí.